lunes, 21 de septiembre de 2015

La manguera

  Parece que la civilización se desarrolló con mayor facilidad en aquellos lugares donde la agricultura tenía mayores dificultades de prosperar: la zona desértica del Oriente Medio y Egipto. Esta mayor dificultad aguzaría el ingenio, traduciéndose todo ello en una variedad de inventos relacionados con la conducción del agua para el riego.

  La primera manguera de que se tiene noticia eran cañas interconectadas, que se empleaban para la conducción del agua a las terrazas cultivadas del Asia Menor hace miles de años. Pero aquel material presentaba el problema serio de su rigidez, que hacía que se rompieran con facilidad. Así pues, la manguera no podía concebirse sin un material flexible.
  La goma fue el primer material en ser utilizado. Su conocimiento es antiguo. El capellán de los Reyes Católicos, Pedro Mártir de Anglería, fue el primero en describir el nuevo producto recién llegado de las Indias Occidentales. En su obra De Orbe Novo, habla de un juego que practicaban los indios aztecas, en el que una especie de pelota es lanzada de un lado a otro; esa pelota estaba hecha de cierta resina de árbol, por lo que al caer al suelo, rebotaba.
  Pero la goma no fue aplicada a la manguera de riego hasta 1835. Un anuncio de la época habla del caucho como «la cosa más extraordinaria que se haya visto nunca». Cinco años antes, en 1830, esta materia prima había entrado a formar parte de la ropa interior de las señoras, según se lee en un noticiero de la época, donde se dice: «… se ha visto estos días en París un sujetador elástico a base de substancia vegetal que substituye al alambre; no corta ni hiere la delicada zona de su vecindad». Sin embargo, y aunque la goma había llegado a Europa procedente del Perú, en 1736, utilizada a la sazón como borrador, su empleo en la manga de riego tardó en llegar. Fue en la primera mitad del siglo XIX. En 1850 ya se hacían mangueras de gutapercha, que substituían a la regadera y al carro de riego tirado por asno. En 1848, un tal Monsieur Combaz creó un sistema ingenioso que permitía regar a modo de lluvia artificial si se hacía con arte: era la manguera. El agua se dejaba caer desde lo alto para evitar que su golpe directo perjudicara a las plantas más delicadas del jardín. Y en 1914 surgió la primera manguera de goma sintética. Todos se hicieron eco del nuevo invento, y del polifacetismo del nuevo material, que se empleaba para hacer mangueras flexibles, sostenes de señora, calzado de caballero, aislantes eléctricos e incluso anticonceptivos. Atento a esto último, un humorista comentaba, en 1930, con tono sarcástico: «Todo se puede hacer con la goma sintética…, menos los hijos…» No faltó quien le sacó más punta y partido a las posibilidades metafóricas de la manguera y el preservativo…, pero no tratamos aquí de historiar el ingenio.

fuente: internet

miércoles, 16 de septiembre de 2015

la historia del té

  En una conferencia dada por el conocido matrimonio de historiadores, Will y Ariel Durant, escuché decir que la civilización comenzó cuando el hombre dejó de beber sólo agua. Una salida de tono muy americana, para abrir boca conversacional, claro, y animar a la polémica. Pero que tenía fundamento, y estaba muy bien hilvanada.

  Todos sabemos que la bebida más antigua de la Humanidad son los zumos de fruta, y entre ellos, el vino. Pero no vamos a hablar de ellos aquí, sino del té.

  Una leyenda china afirma que el té fue introducido en las costumbres de aquel pueblo por el emperador ShemYung hace alrededor de 4750 años. Al parecer el soberano había ordenado a sus súbditos beber agua hervida seguramente para evitar enfermedades contagiosas. Mientras se hervía el agua cayeron dentro del perol algunas hojas de té, arbusto oriundo como es sabido de aquellas latitudes. Al emperador le agradaría el sabor que las hojas dejaban en el agua, y así surgió la bebida.

  Sin embargo, las noticias históricas del producto no se remontan más allá del siglo IV antes de nuestra Era. Hacia el año 350 antes de Cristo el té era ya una bebida extendida en China, tanto que llegó a ser considerada como la bebida nacional por excelencia en época temprana.

  En documentos del año 780 ya se describe su proceso de elaboración, en la siguiente receta:
. se hace un a modo de casquete de hojas que previamente habrán de ser sometidas al vapor, y trituradas; la pasta resultante se moldea en forma de pastelillo y se sumerge en agua salada hirviendo.

La infusión resultante se bebía con fruición. Y no sólo se bebía, sino que llegó a utilizarse como moneda de cambio, según muestra cierta documentación procedente de los tiempos de la dinastía Ming, entre los siglos XIV y XVII, según la cual se hacía transacciones comerciales con las hojas de té: un buen caballo estaba tasado en sesenta y ocho kilogramos de hojas de té.
  Al Japón, el té llegó en el siglo VI, más o menos al mismo tiempo que a la India. Con el té se especulaba en Oriente, de modo que un conocido naturalista alemán, Andreas Cleyer, lo introdujo en el siglo XVII en la isla de Java, con gran peligro de su vida. Y en Europa se menciona por primera vez hacia el año 1559, con el nombre de Chay Catay, o té de la China. De él habla un viajero veneciano, Juan Bautista Ramusio en su libro de memorias Navigationi e Viaggi. Sin embargo parece que fue traído a Occidente por jesuitas españoles. Y tanto fue el gusto que por la nueva bebida se tuvo que algunos, como el médico holandés Bontekoe, del siglo XVII, aseguraban que para estar sano era conveniente tomar más de doscientas tazas de té al día.
  Fue en Inglaterra donde el té halló máximo arraigo. En 1657 se anunciaba como la más excelente bebida de la lejana China, recomendada por todos los médicos del Reino Unido. Por aquella época ya se vendía en más de dos mil establecimientos londinenses, junto con el café. Sin embargo, la costumbre típicamente inglesa del «té de las cinco» tardó en surgir: se le ocurrió a cierta dama de la sociedad londinense, la esposa del séptimo duque de Bedford. Fue ella quien estableció aquella costumbre, todavía inamovible. Fue también en Inglaterra donde se fundó el primer monopolio de este producto: la Compañía de las Indias Orientales, que mantendría su poderío hasta mediados del pasado siglo. Fue precisamente a esta compañía a la que debe imputarse la lucha por la independencia en los Estados Unidos de Norteamérica cuando este país era colonia inglesa. La secesión de la colonia americana, de la metrópoli, lleva el nombre de Tea Act, o Acta del Té, del año 1773.

  En Holanda surgió la costumbre de añadir leche al té, y luego azúcar, e incluso azafrán y hojas de melocotonero, para aromatizarlo y hacerlo así más apetecible.

domingo, 13 de septiembre de 2015

osos de peluche – su historia

  Si visitamos una juguetería siempre encontramos mas osos de peluche, trapo, etc., que gatos o perros. Siendo como son estos dos más cercanos al niño en su infancia y al hombre a lo largo de su vida surge la pregunta: ¿Por qué los osos, y no los cerditos por ejemplo?.

  Hay múltiples teorías que colocan a los osos como el animal de peluche o compañero de juegos y sueños infantiles por excelencia.

  Barbie, Geyperman, Batman, dinosaurios, y largo desfile de juguetes acompañan los sueños de millones de niños y no tan niños. Pero si hacemos inventario siempre aparecen ositos en la habitación.

  Varios países se pelean la paternidad de los osos de peluche, y aunque nadie se ha puesto de acuerdo en qué país fueron inventados, la mayoría de ellos coinciden en que aparecieron a principios del siglo XX.

  Teoría estadounidense.
Una de las versiones estadounidenses cuenta que en 1902, el presidente Theodore Roosevelt había sido invitado a una cacería en Louisiana; pero como no pudo cazar nada sus hospitalarios anfitriones pusieron a su alcance a un oso muy joven. Theodore sintió piedad por el animal y prefirió dejarlo escapar.

  Los periódicos hicieron de la noticia una caricatura. Cuando esta caricatura fue vista por Morris Mitchom, fabricante de juguetes y por cierto de origen ruso, decidió crear, inspirado por el acontecimiento, un oso de peluche al que llamó Teddy, (apodo que se le daba al presidente Roosevelt).

  Si la versión anterior no nos gusta hay una segunda sobre el mismo hecho.

  Las historias cambian, pero no los personajes; así que otra versión cuenta que el hijo del presidente Roosevelt (que gobernó Estados Unidos en el periodo 1901-1908), tenía un oso al que quería mucho. Cuando su oso murió, estaba desconsolado; y para aliviar un poco el dolor por la muerte de su querido animal, un carpintero le hizo un oso de juguete. El nombre del hijo del presidente era Teddy, así que es fácil imaginar que los osos fueron pronto conocidos como Teddy Bear.

  Teorías europeas.
  Hemos encontrado dos orígenes: rusos y alemanes se disputan la paternidad. Si esto fuera a decidirse por la cantidad de ositos de peluche que se fabrican en la actualidad, deberían llevarse el premio los alemanes.

  Pero lo que sí es cierto es que en una de las versiones vuelve a salir el presidente Roosevelt.

  Versiones Rusa y alemana de los ositos de peluche.
  En el país de las matrioshkas , los osos eran regalos entre políticos y servían también para simbolizar acuerdos y tratados. Se tiene documentado que en el año de 1892, el zar Nicolás II le regaló un oso de madera al entonces presidente de Francia, precisamente con motivo de la firma de un tratado franco-ruso.

  El tiempo se encargó de cambiar el material y seguramente los niños tuvieron mucho que ver en el cambio de finalidad de los osos.
Según los partidarios del origen alemán de los osos de peluche, el hecho de que un oso sea el símbolo de la ciudad de Berlín, fue lo que animó a los fabricantes de juguetes a hacer ositos. Los osos se volvieron populares rápidamente y los niños se volvieron sus principales amigos.
Otra versión asegura que la alemana Margaret Steiff, que vivía en un pueblo de Giengen dedicada a la costura, cosió el primer animal de juguete que no era un oso sino un elefante verde.

  Poco a poco se fue formando un grupo de costureras que empezó a hacer este tipo de juguetes para los niños de su pueblo.

  El sobrino de Margaret, cuando terminó sus estudios de arte en la Universidad, de regreso a su pueblo entró a trabajar a la fábrica de su tía. Como era un gran admirador de los osos, por sugerencia suya en 1902 se comenzaron a fabricar osos de juguete con articulaciones (extremidades) y cabeza movibles.

  Poco a poco se fue perfeccionando la fabricación, y el fieltro usado en un principio fue cambiado por mohair (piel de cabra); que, aunque era caro, daba a los osos mayor suavidad. Los osos fabricados por Richard Steiff le gustaron mucho a un comerciante de Estados Unidos, quien le pidió que hiciera muchos más y los revendió para la decoración de la ceremonia en la boda de la hija del presidente Theodore Roosevelt.
Si la continuidad y liderazgo comercial de la marca Steiff sirve de algo, esta sería la teoría más probable.

 

fuente: internet

sábado, 12 de septiembre de 2015

nueva idea – nuevo blog

  Me pareció que el formalismo del blog en el que siempre publico no lo debería romper, así que decidí crear un nuevo blog.
Aquí mis notas digitales: donde publicaré...
* mis ideas, locas o no, aveces funcionan y otra son totalmente absurdas, pero quiero dejarlas plasmadas en algún lugar, por si alguno me ayuda a concretarlas, alguno les sirve para otras cosas, o bien para simple anotación para el futuro.
* material interesante: aveces me pasan link de descargas, material de otras personas, o simple anotaciones de los grupos en los que participo.
* comunicación de mi día a día: suelen pasar cosas durante mi día, o contar experiencias, quiero ponerlas por aquí.

espero que estos post sean de interés.
gracias por leerlos!.